Esta localización del Castillo de Oreja era una a la que le tenía muchas ganas. Lo que me parece más bonito de la fotografía nocturna es la magia que la envuelve y éste es sin duda un lugar muy mágico: un castillo en ruinas junto a un pueblo abandonado en lo alto de un cortado.
Cuando la localización es de difícil acceso o se trata de un lugar complejo, siempre es recomendable acercarse antes del anochecer para comprobar el entorno, posibles peligros o verificar los mejores encuadres. En este caso, durante la visita previa, pudimos además disfrutar de un bonito atardecer sobre Aranjuez.
Gracias a esa visita previa pudimos ver que la zona que en principio parecía más llana y segura resulto estar plagada de huecos en los que sería fácil meter un pie durante la iluminación de la escena. En este caso la contaminación lumínica permitía distinguirlos pero, de no haber sido así, habríamos tenido que dividir el trabajo de iluminación para no atravesar el encuadre con el frontal encendido o haber tapado el objetivo al hacerlo.
Para la iluminación utilicé únicamente el flash, desnudo para la iluminación principal (45º a la izquierda) y con gel CTO para el interior de la torre.