
Los primeros molinos de viento aparecieron en España a finales del siglo X, expandiéndose por toda la península hasta que, en el siglo XIX con el incipiente uso de la electricidad así como la aparición de nuevas técnicas para la molienda del grano, fueron cayendo en desuso. La fotografía nocturna nos permite dar vida a construcciones abandonadas y eso es lo que he pretendido con esta fotografía, intentando recrear el momento en el que salió el último saco de harina de este viejo molino y se cerraron sus puertas para siempre.
Para destacar el saco, protagonista de la imagen, se ha utilizado una iluminación cenital utilizando para ello un flash filtrado con gel CTO. Este tipo de iluminación, aunque complicada de llevar a cabo pues obliga a entrar en la escena, permite una iluminación selectiva y, en este caso, resalta además las texturas y las arrugas de la tela. El molino, así como parte del suelo, se iluminó con la linterna WF502B (LED de luz cálida) de forma lateral, a unos 45º a la izquierda de la cámara.
Como curiosidad, me gustaría resaltar la diferencia de luz ambiente y aspecto del cielo entre esta fotografía y la última de la entrada anterior, a pesar de que los parámetros utilizados en la cámara (a excepción de la distancia focal) son los mismos. Supongo que ya sabrás a que se debe, ¿no?. Este es un buen ejemplo de la importancia que tiene en fotografía nocturna la elección de la fase lunar. Es una dato que debemos tener presente y que dependerá de si queremos utilizar la luz de la luna para iluminar la escena o vamos a ser nosotros los que aportemos la iluminación.
Como ya comenté en la entrada anterior, mi antigua cámara (Canon 450D) ha conseguido jubilarse…aunque no del todo: en todas aquellas salidas en las que sea posible (y esta ha sido una de ellas), realizaré un time-lapse de todo el proceso de creación de la fotografía, desde las pruebas iniciales de iluminación hasta la toma final. Espero que os guste: